El panorama de las películas de acción de finales de los 80 y los 90 fue una época distintiva. Antes del dominio de las franquicias interconectadas y la saturación de superhéroes, películas como Duro de matar, Terminator 2 y el Predator original prosperaban con espectáculos explosivos, héroes musculosos y un alto número de cadáveres. Estas películas no trataban sólo de acción; eran genuinamente divertidos, y a menudo aceptaban su propio absurdo con humor consciente y frases memorables.
Ese espíritu, a menudo perdido en los éxitos de taquilla modernos, ha sido revitalizado por Predator: Badlands. El director Dan Trachtenberg, quien anteriormente dio nueva vida a la serie con Prey, continúa innovando. La última entrega da un paso audaz: convertir a un Depredador en el protagonista, un cambio radical para una franquicia conocida por los humanos como presas.
La evolución del género de acción
El cambio hacia éxitos de taquilla más serios, a menudo engreídos, ha cambiado el panorama de la acción. Si bien algunas franquicias, como Terminator e incluso el propio Predator (con Alien vs. Predator ), han experimentado con calificaciones más bajas para lograr un atractivo más amplio, a veces se ha sacrificado el elemento central del entretenimiento puro. Badlands rechaza esta tendencia.
La clasificación PG-13 de la película, una desviación de la clasificación R original de Predator, no disminuye su impacto. La película entiende que la sangre gratuita no es el punto. La escena inicial, donde un padre Predator ejecuta brutalmente a su hijo, Dek, es lo suficientemente impactante como para transmitir lo que está en juego sin depender de un derramamiento de sangre excesivo. La violencia no falta; es efectivo.
Un patio de recreo del absurdo
El mundo de Badlands es intencionalmente ridículo. Genna, el “Planeta de la Muerte”, presenta plantas armadas, insectos explosivos y un monstruo prácticamente indestructible, el Kalisk, que puede regenerar instantáneamente las extremidades perdidas. Esta configuración exagerada no es un error; es una elección deliberada apoyarse en la extravagancia inherente de la franquicia. El Predator original, lanzado justo después de Aliens, ya era más grande que la vida real, mezclando el machismo al estilo de Schwarzenegger con el terror de ciencia ficción.
Badlands no se toma a sí mismo demasiado en serio, y ese es su punto fuerte. La inclusión de la corporación Weyland-Yutani del universo Alien parece natural; es una abreviatura de villanía corporativa más que un cruce forzado. La dinámica entre Dek y Thia, un aliado humano que sirve como alivio cómico, recuerda a las parejas de policías y amigos como Mel Gibson y Danny Glover en Arma letal.
Abrazando lo ridículo
La película no pretende ser un gran arte. En cambio, ofrece una experiencia alegre y tonta con momentos de creatividad genuina, como un par de piernas incorpóreas que superan en rendimiento a los artilugios de Wallace y Gromit. Es un cambio de tono similar a Thor: Ragnarok, que abarca lo camp y el humor sin dejar de honrar los elementos centrales de acción.
En definitiva, Predator: Badlands no es sólo una película; es un recordatorio de que las películas de acción pueden ser emocionantes y divertidas. La premisa de la franquicia (una raza alienígena muy avanzada dedicada exclusivamente a la caza) ya es absurda, así que ¿por qué no apoyarse en ella? Los años 80 y 90 entendieron esto; abrazamos la exagerada ridiculez del cine de acción. No hay razón para detenerse ahora.
Predator: Badlands se encuentra actualmente en cines. El resto de las películas de Predator están disponibles en plataformas de streaming como Hulu (EE.UU.) o Disney+ (Internacional). Si viaja, una VPN como NordVPN puede ayudarlo a mantener el acceso a sus servicios de transmisión preferidos.
